martes, 30 de octubre de 2007

21. El coste de los atentados.

Cómo se financió el 11-M.

 

 

Para empezar digamos que, tal y como ha quedado acreditado en el escueto y cojo informe económico, la mayoría de los implicados poseían trabajos de subsistencia, con dificultades económicas incluso para pagar el recibo de la luz. Por lo tanto, es difícil que ellos fuesen los financiadores de los atentados.
 
No olvidemos una cosa: los ejecutores materiales, los del escalón inferior de una célula terrorista, no eran los financiadores de la operación (estaríamos hablando entonces de una especie de "autogestión" delictiva), con lo cual, una investigación económica de sus medios de vida no nos puede llevar a la fuente de financiación. Y este es un error gravísimo de la investigación.
 
Como toda organización necesita financiarse, en este caso también necesitamos saber cómo se han financiado realmente, el papel de las empresas de los distintos implicados (si es que lo tuvieron), su incidencia en los hechos (necesarias bien porque proporcionaban dinero, bien porque prestaban servicios a los miembros de la organización), y los auténticos propietarios de las mismas.
 
Y si la fuente de financiación fue la actividad delictiva de Jamal Ahmidan, también debería haberse reflejado la misma en el informe.
 
Sin embargo, no hay en la valoración económica que aparece en el Tomo 169 del Sumario una aproximación medianamente seria a lo que aquí preguntamos. Y saber esto es tan necesario como los números de teléfono que utilizó cada terrorista.
 
Por si la ausencia de valoración del peso de las distintas sociedades en la financiación de los atentados no fuese suficiente laguna, el informe adolece de información básica.
 
a) desprecia el gasto en combustible para vehículos de los integrantes de la célula. Gente que viaja a Asturias, Granada, Jaén, Toledo, Morata, etc. En pocas palabras, gente que depende del coche para cualquier gestión que necesiten. Y moverse en coche en Madrid implica hacer, casi sin darse cuenta, 100 km. diarios. Son varios los coches que se emplean, y la carga de llenar el depósito de combustible todas las semanas debía suponer un esfuerzo importante para unas economías de subsistencia, como se les califica en el informe.
 
b) liquida de un plumazo los costes de alquiler de viviendas. De nada sirve alegar que muchos de ellos compartían vivienda. Sí, es cierto, pero además de compartir vivienda mantenían las familiares (caso de Jamal Ahmidan o los hermanos Oulad), con lo cual el gasto en alquileres se mantiene constante. En muchas ocasiones los alquileres son por periodos cortos (uno ó dos meses), lo cual obliga a continuos cambios de domicilio, aunque en otros casos las viviendas tienen el carácter de "puntos de acogida" a los que acuden una y otra vez para pasar la noche, siendo los encargados de alquilarlas siempre los mismos.
 
c) no incluye datos detallados de los movimientos de las 186 cuentas bancarias que parece ser fueron investigadas. Tal vez basándose en la afirmación de que no existe interrelación entre dichas cuentas (no existen movimientos cruzados), los expertos han considerado de poco interés saber cuánto dinero se movía en cada cuenta en los meses previos a los atentados. Grave error, si se dice que las economías son de subsistencia, nada mejor que los movimientos de las cuentas bancarias de cada uno para corroborarlo.
 
d) no realiza una estimación del dinero necesario para vivir de los integrantes del grupo en los tres meses previos a los atentados (como mínimo) y las fuentes de ingresos de los mismos. Es decir, un cuadro de entradas y salidas de dinero en el que habría que incluir tanto los ingresos acreditados de cada uno de ellos como los gastos fijos (luz, agua, comida). Este cuadro permitiría hacerse una idea cabal de cuánto dinero de mano disponían en realidad los investigados.
 

e) no incluye el gasto en comunicaciones (fax, teléfonos fijos y móviles, locutorios, Internet) de los integrantes de dicha célula. ¿Tan insignificante es la cantidad destinada a ello? Hagamos números: alrededor de veinte personas, cada una de ellas con al menos un terminal telefónico (cuyo coste no se ha incluido, ya que únicamente se valoran los terminales utilizados para los artefactos explosivos), utilizando en algunas ocasiones hasta cuatro tarjetas SIM distintas, y un mínimo de tres meses de plena actividad (desde mediados de diciembre del 2003). Esto supone entre 5 y 10.000 euros en comunicaciones (y seguro que nos quedamos cortos, puesto que el examen del tráfico de los números de uno solo de los implicados ya alcanza los 3.000 euros), si la facturación es real, es decir, si no existe ningún fraude en los consumos realizados por los implicados.

Más aún, teniendo a su disposición los listados de llamadas de cada uno de los teléfonos utilizados por los investigados, y conociendo el precio de las llamadas (estamos hablando de miles, muchas de ellas a Marruecos) se debería haber hecho un cálculo muy aproximado del dinero empleado en comunicaciones. En este mismo capítulo, quedaría por evaluar el gasto en cabinas telefónicas y locutorios (aunque las internas del grupo en las que se recibe desde estos lugares también son cuantificables).
 
f) Decir que la droga es una de las fuentes de financiación del grupo es una respuesta socorrida y fácil, ya que como se trata de algo ilícito no hay posibilidad de responder de manera precisa al volumen de dinero que se mueve. Y en el Sumario no consta dato alguno de este tráfico. Sí, es cierto, se menciona a Jamal Ahmidan como traficante y se enumera a parte de los integrantes de su grupo dedicado a estos menesteres. También que se cita (de referencia) a la persona que suministraba la droga habitualmente a la gente de Asturias. Y que se hizo una importantísima aprehensión de drogas sintéticas en uno de los registros. Pero no aparece dato alguno referido a contactos telefónicos, por ejemplo, para efectuar alguna operación de este tipo durante los meses previos a los atentados.
 

g) Peor aún, hay flecos que no se aclararon durante la instrucción. Como fue el tema de los 33 billetes de 500 euros que aparecieron entre los restos del piso de Leganés. Todavía en el verano del 2007 quedaba por localizar la procedencia de esos billetes. Incluso un agente de la UCIE declaró en la vista oral que no le permitieron seguir el rastro de los mismos.

Y en ningún sitio quedó acreditado que ninguno de los investigados hubiese tenido capacidad económica para mover esa cantidad de dinero. En esto sí que es claro el informe económico de la Policía, los movimientos de las distintas cuentas bancarias eran mínimos, y ninguna cuenta bancaria registraba operaciones por importe que pudiese ser equivalente a la cantidad que aquí se investiga.

El Banco de España redactó un primer informe sobre alguno de esos billetes el 22 de abril del 2004, y un segundo informe sobre los mismos nunca llegó al Juzgado.

Finalmente, el 2 de julio del 2007 hemos sabido por la prensa el origen de esos billetes. Un artículo de Casimiro García-Abadillo publicado en El Mundo lo explica con claridad: procedían de la propia Policía, y eran un señuelo para llegar hasta Jamal Ahmidan. Lamentablemente, falló.
 
h) tampoco hace un seguimiento a las tarjetas de débito y crédito de los implicados. Por no aparecer no aparece un listado donde se refleje el número de tarjetas y los titulares de las mismas.
 

En resumen, una investigación de unos hechos que costaron 192 vidas, que ocupa más de 200 tomos y ha llevado casi dos años, en la que han intervenido cientos de policías, no sólo de España, sino en medio mundo (Italia, Bélgica, Francia, Marruecos, Estados Unidos,…), no se puede resumir económicamente en un informe donde la literatura (las explicaciones acerca de la Hawala y el zaqt) trate de arropar a las poco más de 4 líneas mal contadas y en las que no se entre en el fondo en ningún momento.

viernes, 26 de octubre de 2007

Ahora las 192 preguntas en libro.

Si estás interesado en leer las 192 preguntas ya, sin esperar a su publicación en esta bitácora, sin los comentarios de los internautas, sin esperas,... puedes conseguir el libro a través de la web www.tengo192preguntas.com visítala e infórmate.
 
 
 

20. El viaje a Lisboa que nadie quiso investigar.

¿Viajaron realmente a Lisboa Sarhane y Jamal Ahmidan el 25 de febrero del 2004?, ¿se llevaron sus teléfonos móviles a ese viaje? Mejor dicho, ¿dónde estaban localizados los terminales y las tarjetas de uno y otro durante ese día?

 

Un taxista declaró que el 25 de febrero a primeras horas de la mañana recogió en la Terminal número 1 de Barajas a dos personas de aspecto árabe, a las cuales describe en su declaración ante la Policía, y reconoció a una de ellas como Jamal Ahmidan y a la otra (con reservas) como Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet "el Tunecino". Los viajeros le abordaron diciéndole que habían perdido el vuelo que les tenía que llevar a Lisboa. Y hasta esa ciudad los trasladó. Al taxista le resultó curioso que ninguno de los dos llevase equipaje, únicamente uno de ellos portaba un libro que el taxista llama "una Biblia", y que probablemente sería un Corán.

 

A la llegada a Lisboa le preguntaron al taxista por "la zona de las playas". Finalmente, el testigo los dejó cerca de una parada de taxis en el centro de la ciudad, próxima a El Corte Inglés, y regresó a Madrid, no sin antes haber cobrado los 600 dólares que importaba la carrera, y que le pagaron con billetes nuevos.

 

En la declaración del taxista en ningún momento se hace mención a teléfonos móviles que hubiesen podido utilizar los viajeros, ni a llamadas que los mismos recibiesen, por eso sería interesante saber dónde estuvieron los terminales de Jamal y Sarhane ese día 25 de febrero.

 

El informe que aparece en los tomos 189 y 190 del Sumario recoge las respuestas a distintas preguntas que el juez Del Olmo hizo a los investigadores de la Policía, en relación a números de teléfono, llamadas y posición de los mismos.

 

En concreto, la pregunta número 32 del juez era: "Con relación a los teléfonos móviles atribuidos a Jamal Ahmidan y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, comprobación si desde las 7 horas hasta las 18 horas de los días 18 de febrero de 2004 y 25 de febrero de 2004 se efectuaron llamadas en dichos teléfonos y si consta su localización a través de B.T.S." El juez intentaba con esa doble petición cubrir dos posibles fechas, por si el taxista hubiese confundido las fechas, máxime, teniendo en cuenta que Jamal Ahmidan se encontraba ya el día 26 reunido en Madrid con Carmen Toro y José Emilio Suárez Trashorras.

 

La respuesta de la Policía al juez, después de indicar los distintos números de teléfonos móviles usados por uno y otro, es que "no se han detectado contacto alguno entre Jamal Ahmidan y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet entre las 07:00 horas y las 18:00 horas del día 18 de febrero y 25 de febrero de 2004."

 

Al responder a una cosa que no se les pregunta "contacto… entre Jamal Ahmidan y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet", (obviamente era innecesario ese contacto telefónico entre ambos si viajaban juntos en el mismo taxi camino de Lisoba) y dejar sin contestar lo realmente interesante, y por lo que el juez les preguntaba "si desde las 7 horas… se efectuaron llamadas en dichos teléfonos y si consta su localización a través de B.T.S."  evitan las subsiguientes preguntas comprometedoras como ¿qué hacían ambos juntos en Lisboa?
 
De este modo seguimos sin saber si realmente Jamal y Sarhane viajaron a Lisboa uno de esos días de febrero. Por supuesto, también seguismos sin conocer si se pusieron en contacto telefónico con alguien durante dichas horas.

lunes, 15 de octubre de 2007

18. El hilo del teléfono de la mochila de El Pozo.

El principio del lío de los teléfonos, ¿cómo empezó todo esto?

 

El hilo fundamental para la investigación de los atentados de Madrid llegó a manos de la Policía en la madrugada del 11 al 12 de marzo, cuando los artificieros desactivaron en el parque Azorín la bomba que contenía la mochila número 13, procedente de la estación de El Pozo del Tío Raimundo y que habían llevado allí desde la Comisaría de Puente de Vallecas (desde entonces sería más conocida como la "mochila de Vallecas"). En su interior encontraron, además del explosivo, un terminal telefónico de la marca Trium, modelo T-110p ("p" de Premium), fabricado por Mitsubishi, y que estaba preparado, en principio, para funcionar con tarjetas Movistar. Ese terminal y la tarjeta SIM que contenía fueron como oro en paño para guiar las investigaciones por el camino adecuado.

 

Al desmontar el teléfono, los investigadores encontraron en su interior una pegatina con el número de IMEI 350822350844612, que averiguaron estaba asociado con la tarjeta SIM 660955944.

 

El siguiente paso fue comprobar a quién pertenecía la tarjeta SIM, y así llegaron hasta una mujer, Dolores M. S., quien explicó cómo y cuando había comprado el teléfono que ella tenía (el terminal era un TSM5a de Telefónica, no un Trium T-110p) en una tienda, Sindhu Enterprise, de la calle Rafaela Ibarra, en Madrid. En esos momentos comprobaron que la tarjeta SIM estaba funcionando realmente pero con otro número de IMEI.

 

Si el número de IMEI de la pegatina correspondía a una tarjeta SIM determinada, y ambos, IMEI y SIM, no estaban conectados en esos momentos de una manera normal, como habían comprobado los policías al hablar con Dolores M. S. entonces, entonces el número de IMEI de la pegatina debía estar funcionando en otro terminal.

 

Los policías hicieron también la comprobación acerca del software que montaba el teléfono Trium T-110p de la "mochila de Vallecas", y resultó que, efectivamente, el número de IMEI del terminal no era el mismo de la pegatina, sino que en realidad era el número 350822350941947, que estaba asociado a la tarjeta SIM 680713060. La Policía mantuvo intervenido con autorización judicial ese teléfono menos de 48 horas, indicando al juez el día 15 de marzo que "carece de interés para esta investigación" . Pero como dicen en su escrito de conclusiones los letrados Juan Carlos Rodríguez Segura y Carmen Rubio Valero, que representan a quince víctimas, "no consta en el sumario que la Policía hiciera averiguación ninguna similar a la que hizo con Dolores". Es decir, no sabemos quién usaba en realidad esa tarjeta SIM.

 

Otro paso que dieron los investigadores fue comprobar cuál era el número de teléfono que atendía la tarjeta SIM que llevaba el terminal telefónico de la mochila. Era una tarjeta de la operadora Amena, con el número 652282963. De esta tarjeta la Policía averiguó que había sido "expedida" (encendida en un terminal telefónico, pero sin enviar ni recibir llamadas) bajo la BTS de Morata de Tajuña el 9 ó 10 de marzo del 2004. Lógicamente, si la tarjeta SIM era de Amena y el terminal telefónico era de Movistar, para que funcionase el conjunto el terminal debería estar "liberado" (un terminal "liberado" es aquel a cuyo software se ha accedido y se ha procedido de tal modo que el teléfono se pueda utilizar con la tarjeta de cualquier operador telefónico, en lugar de usar exclusivamente la del operador de origen).

 

Siguiendo sus averiguaciones los policías descubrieron que esa tarjeta SIM procedía de un lote vendido por la empresa Sindhu Enterprise, S. L. a la tienda-locutorio Jawal Mundo Telecom el 25 de febrero del 2004. Esta información permitió llegar a los primeros miembros y colaboradores de la célula terrorista.

 

Como puede deducirse de lo anterior, el inicio de la investigación partiendo del terminal telefónico y la tarjeta SIM encontrados en la bomba de Vallecas, está parcialmente aclarado:

-                          el IMEI que aparecía en la pegatina del interior del terminal de la mochila de Vallecas correspondía a un terminal telefónico TSM5a que se sabe fue liberado por la tienda Test Ayman días antes de los atentados. En concreto al terminal que había comprado Dolores M. S. y que luego le fue cambiado ante sus reiteradas quejas. Recordemos que nadie ha dicho en ningún momento que a Test Ayman se llevasen otros terminales que no fuesen los Trium T110-p. No sabemos dónde fue activado por vez primera, ni las tarjetas SIM que contuvo (además de la de Dolores M. S.), ni el tráfico telefónico de las mismas.

-                          la tarjeta SIM que atendía inicialmente ese IMEI era la perteneciente a Dolores M. S., y que ella continuó utilizando con normalidad.

-                          el IMEI del software del terminal de la mochila de Vallecas correspondía a un Trium T110-p, también liberado en Test Ayman días antes de los atentados, procedente de Sindhu Enterprise. Tampoco conocemos su fecha de activación, tarjetas SIM que ha portado y su tráfico.

-                          la tarjeta SIM inicialmente utilizada con ese terminal Trium T110-p se ha dicho que corresponde a una persona sin vinculación con los atentados, pero no sabemos quién es.

-                          la tarjeta SIM que apareció en el teléfono de la mochila de Vallecas era de la operadora Amena, y había sido "expedida" bajo la BTS de Morata de Tajuña horas antes de los atentados.

 

Restan más datos de los terminales cuyos IMEI citamos aquí, y de las tarjetas SIM identificables a través de los mismos, pero su análisis será objeto de otra pregunta.

 

martes, 9 de octubre de 2007

19. El crackeador de móviles.

¿Qué pasó con Sofian E. P.?

 

Por si alguien no lo sabía, la Policía tomó declaración en los primeros días posteriores al 11-M, concretamente la tarde-noche del 13 de marzo, a una persona que se dedicaba a crackear   teléfonos móviles.

 

Los conocimientos de un experto en esta área son de suma importancia cuando se trabaja con teléfonos móviles, ya que crackear un programa informático es modificarlo para salvar, eliminándolas, las barreras de protección establecidas por el fabricante original. Los crackeadores son un subgrupo dentro de los hackers, ya que su labor tiende unas veces al beneficio propio y otras a perjudicar a los crackeados. Como los terminales telefónicos funcionan, entre otras cosas, gracias al software informático que incorporan, es necesario un experto en crackear programas para poder modificarlos.

 

Nacido en Trípoli, Libia, hijo de libio y española, estudiante de electrónica, llevaba en España desde 1998 y él mismo dijo a los policías que sabía crackear móviles, que bajaba programas de Internet y les enseñaba a manejarlos a los empleados del locutorio-tienda Meditel, que estaba en la calle Almansa, número 10 de Madrid. También dijo que sabía cómo hacer un móvil con piezas de otros.

 

Pese a todo ello, pese a la cantidad de conocimientos que decía tener, a los cursos de informática e Internet que había realizado y a la cantidad de cosas que decía que sabía hacer con los teléfonos móviles, su declaración es un cúmulo de ausencias.

 

De ausencia de preguntas, claro está, a cual más obvia. Y, como consecuencia de ello, de ausencia de respuestas que nos gustaría haber tenido de primera mano.

 

¿No se le preguntó nada más?, ¿ni por los programas que utilizaba para el crackeado?, ¿ni en qué ordenadores los había cargado?, ¿de quien o quienes eran esos ordenadores?, ¿ni cuando?, ¿ni cuanto cobraba por eso?

 

No, no se le preguntó por ninguna de esas cosas. Tampoco se le preguntó si alguna persona entró en contacto con él para realizar esta tarea, ni a quienes conocía en el barrio de Lavapiés. Su declaración ocupa menos espacio que el dedicado en esta bitácora a explicar su presencia en el Sumario.

 

Curiosamente, dijo que había dejado su trabajo, en el que llevaba desde el año 2001, el lunes 8 de marzo, la misma fecha en la que dejaron sus trabajos y/o domicilios: Abdelmajid Bouchar (quien escapó a la carrera del piso de Leganés, detenido en Belgrado en 2005 y ahora procesado como autor), Mohamed Belhadj (huido, con Orden Europea de Detención en vigor), Said Berraj (huido, con Orden Europea de Detención en vigor), Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet "el Tunecino" (muerto el 3 de abril del 2004 en Leganés), Allekema Lamari (quien se despidió telefónicamente de varias personas y realizó unos envíos de dinero por giro postal antes de morir el 3 de abril del 2004 en Leganés), Hassan El Haski (responsable del GICM y también ahora procesado), Abderraman Hammadi (quien marchó ese día a Francia).

 

La empresa en la que trabajaba Sofian, Niágara Comunicaciones, estaba en la misma calle y casi frente por frente de lugar donde se encuentra la Dirección General de la Policía… y se dedicaba a música de relajación.

 

miércoles, 3 de octubre de 2007

17. La UCO y Rafá Zouhier (I).

¿Por qué desestimó la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil la información que Rafá Zouhier les proporcionó en los primeros meses del 2003?

 

La UCO controlaba a Zouhier desde hacía tiempo, concretamente desde el mes de noviembre del 2001. El informador primero comunicó a su controlador, "Víctor", que había un tipo que quería vender 150 kilos de explosivos. Poco después, y tras varios contactos, con el tipo que quería vender los explosivos ya plenamente identificado, en el mes de marzo del 2003 Zouhier consigue entregarles a sus controladores una muestra de Goma 2.

 

La propia Guardia Civil confirmó que, efectivamente, el explosivo era dinamita Goma 2.

 

Entonces los superagentes de la UCO desecharon esa información considerando que la muestra era "insuficiente y caducada", y que "quién realmente quiere vender 150 kilos de explosivos ofrece una muestra de más calidad y en más cantidad", según manifestaron en sus declaraciones judiciales y en sus testificaciones en el juicio.

 

No sólo eso, según ellos mismos dicen, abandonaron a su informador por más de un año, hasta pasados los atentados de Madrid. Extremo éste que no es cierto, pero que no se ha investigado en el Sumario.

 

Luego, cuando todo empezaba a salir a la luz, trataron de pasar la responsabilidad sobre la información de los explosivos a la Comandancia de Asturias, a la que supuestamente derivaron la investigación en marzo del 2003.

 

Según los responsables de la UCO , Zouhier les habría ofrecido informaciones sobre temas como robo de joyerías y pequeños asuntos de robos de tarjetas; pero esto no coincide con lo que uno de los controladores declaró el 12 de mayo del 2004 en la Audiencia Nacional cuando dijo que la información que Rafá Zouhier proporcionaba era relativa a estupefacientes y explosivos.

 

Si la información era relativa a robo de joyerías y pequeños asuntos de robos de tarjetas, ¿cómo es posible que cuando informa sobre algo realmente importante, como era el tráfico de explosivos, sus controladores ¡pasen la información a la Comandancia de Asturias!?

 

No es creíble lo que dicen los responsables de la UCO. Ningún servicio policial central (como es la UCO) se queda con las informaciones de menor relevancia para investigarlas y entrega las más importantes a las Unidades de la periferia, ¿o es que había algún interés en que no se investigase ese tráfico de explosivos?

lunes, 1 de octubre de 2007

16. El falsificador de documentos.

¿Quién era el falsificador de documentos de esta célula terrorista?

 

En todo grupo terrorista que se precie tiene que existir una persona o un equipo de personas dedicado a proporcionar documentos falsos a los integrantes del mismo, y este no iba a ser menos.

 

En el Sumario 20/04 se ha procesado por falsificación de documentos a un par de sujetos sin trascendencia alguna, como Nousreddine Boussbaa o Mahmoud Slimane Aoun, mientras que la mención directa y concluyente hecha en el Sumario a una persona dedicada a estos menesteres ha sido pasada por alto.

 

El día 16 de marzo del 2004 una mujer acudió a la madrileña Comisaría de Carabanchel para denunciar que su marido, Azzedine A., un marroquí de 40 años, fotógrafo ambulante, había desaparecido de su domicilio el día 12 de marzo sin dejar rastro. Cuando decimos sin dejar rastro queremos decir, habiendo quemado dos días antes todos los documentos que tenía en su casa y que podían comprometerle, las fotografías en las que él aparecía, etc. y llevándose consigo todo el dinero que pudo (alrededor de 24.000 euros), su teléfono móvil y el de su mujer.

 

Esta mujer aportó a la Policía incluso números de teléfono móvil que su esposo tenía apuntados y algún dato más de interés.

 

Pocos días después, el 23 de abril, se supo ya que el desaparecido era conocido de Jamal Ahmidan, el cual le había conseguido algún trabajo esporádico como repartidor de propaganda, y también de Said Berraj (uno de los cuatro supuestos autores huidos hasta el día de hoy).

 

Su comportamiento la tarde del 10 de marzo, destruyendo material que le pudiese comprometer, no es una excepción, el mismísimo Rafá Zouhier hizo lo propio el día 12, deshaciéndose de libros de contenido integrista y alguna cosa más.

 

Pero así como a Rafá Zouhier lo hemos visto sentado en el banquillo, de Asedien A. no hubo más noticias en la instrucción de la causa.